martes, 9 de marzo de 2010

Las lecciones de negocios detrás del auge de Lady Gaga

Préstele atención a Lady Gaga.

Su primer álbum generó cuatro canciones que llegaron a la cima del ránking de popularidad. Encabezó las ventas de canciones digitales de 2009 con 15,3 millones de descargas. Ha acaparado la atención más allá del mundo de la música con un vestuario que la hace parecer una refugiada de una película de ciencia ficción. En concierto, videos y durante entregas de premios luce máscaras faciales, anillos planetarios sobre su cabeza y enmarcó su rostro en lo que parecía ser un nido de un pájaro.

Pero debajo de las pelucas portentosas hay un estudio de caso sobre lo que hace falta para prosperar en el negocio de la música. Gaga, de 23 años, ha sabido aprovechar las plataformas digitales y usado inteligentemente la influencia de un importante sello discográfico, una institución considerada obsoleta por muchos seguidores de la cultura de bajar música gratis.

Gaga es producto de una nueva clase de contrato que va más allá de vender álbumes para incluir giras, actividades de marketing e incluso un contrato para su propia línea de maquillaje. Aunque compone su propio material, está igual de concentrada en el aspecto visual del espectáculo, el vestuario y su atractivo global, que en la música.

Las crecientes ventas digitales de Gaga, casi todas descargas de iTunes, sólo cuentan parte de la historia. De hecho, una buena parte de su público obtuvo sus canciones de forma gratuita y legal. Escucharon sus temas gratis, cientos de millones de veces, en YouTube y otros servicios en línea que Gaga lidera, según la firma de investigación BigChampagne. En MySpace, Gaga tuvo 321,5 millones de reproducciones. Susan Boyle sólo contabilizó 133.000, a pesar de grabar el segundo álbum de mayor venta en 2009.

Su sello, Interscope Records, se queda con un porcentaje de los ingresos provenientes de sus conciertos y de sus contratos con Polaroid, MAC, de Estée Lauder, y otros patrocinadores. En "Bad Romance", Gaga canta: "Quiero tu fealdad, quiero tu enfermedad". Trata de cariño a sus seguidores como "monstruos". Sobre el escenario, sangra de puñaladas simuladas. A pesar de eso, se ha convertido en una favorita de la radio al recurrir al libreto de Madonna: ritmos bailables, una imagen cambiante y una obsesión jocosa con la fama.

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