La moneda testarudamente fuerte de Japón se está convirtiendo en una fuente de frustración para el nuevo gobierno del país y de confusión para muchos corredores.
El primer ministro Yukio Hatoyama intentó debilitar el yen el viernes a través del paso inusual de hablar mal de la economía japonesa frente al Parlamento. Pidió ayuda internacional para contener el avance del yen.
Pero el discurso de Hatoyama surtió poco efecto. El dólar cedió apenas frente al yen el viernes.
La moneda estadounidense ha caído cerca de 3% contra el yen en lo que va del año. El yen es 18% más fuerte en términos reales que en agosto de 2008 comparado con una canasta de monedas de los mayores socios comerciales del país, según el Banco de Japón.
La fortaleza del yen causa "perplejidad", reconoce Pierre Gave, director de investigación de GaveKal, una firma de investigación y análisis con sede en Hong Kong. "Si hay algo en lo que todos estuvieron de acuerdo fue en que 2010 sería el año de la debilidad del yen".
Muchos inversionistas apuestan a un descenso de la divisa japonesa, que aún podría producirse. Datos divulgados por la Bolsa Financiera de Tokio muestran que los participantes del mercado han estado acumulando apuestas contra el yen.
Japón no está solo. La apreciación del tipo de cambio se ha convertido en una fuente de frustración para las autoridades de Asia y América Latina. Tras un breve respiro, cuando los temores sobre la deuda de Grecia condujeron a los inversionistas a la seguridad del dólar estadounidense, las monedas de países como Corea del Sur y Brasil volvieron a avanzar.
Eso ha obligado a los bancos centrales a volver a involucrarse y la mayoría de las señales indica que necesitarán ser compradores habituales para contener la marcha de sus monedas.
"A los bancos centrales aún les preocupa la fragilidad de la recuperación global", afirma Win Thin, analista cambiario de Brown Brothers Harriman. "Una vez que suben las tasas, surgirá la presión para que se aprecien las monedas, y están bastante nerviosos al respecto".
En Japón, una economía disfuncional, tasas de interés súper bajas, un déficit por las nubes y mucha persuasión por parte del gobierno no han contribuido a debilitar el yen. Las explicaciones de la fortaleza de la divisa son variadas.
La diferencia entre las tasas de interés en Japón y en otros países ha sido pequeña, lo que les da pocos incentivos a los inversionistas para que conviertan sus yenes en otras monedas. Un sólido superávit comercial japonés crea demanda por yenes para equilibrar la balanza de pagos. Los inversionistas extranjeros han convertido dólares en yenes para comprar acciones japonesas en los últimos meses. La ley de impuestos alienta a las empresas a repatriar dinero desde el extranjero. Nomura estima que las compañías japonesas repatriarán 500.000 millones de yenes (US$5.530 millones) en capital desde el exterior durante el mes de marzo.
La más reciente esperanza de que el yen se debilite proviene de informes que indican que el Banco de Japón aumentará la oferta monetaria a través de alivio cuantitativo adicional durante su reunión de esta semana. El gobierno de Hatoyama ha estado instando al banco central a que sea más agresivo para combatir la deflación.
Los mercados, no obstante, parecen minimizar las medidas previstas, que han sido telegrafiadas en los medios de comunicación.
Leon Goldfield, director general de inversión de HSBC Asset Management en Hong Kong, había mantenido un optimismo cauto sobre Japón en enero. Ahora piensa que el gobierno perdió su capacidad de debilitar el yen.
"La confianza que tenía en los japoneses para cambiar su dirección, en especial en el Banco de Japón respecto al alivio cuantitativo o una intervención sobre el yen, se ha desvanecido", sostiene,
Otro factor que podría, según algunas personas, causar una modesta depreciación del yen es el regreso de una estrategia de inversión conocida como carry-trade. Los inversionistas piden prestado yenes japoneses para invertir en monedas que arrojan retornos más altos. Las tasas de interés ya han empezado a subir paulatinamente en Australia, y crecen las expectativas de que empiecen a aumentar en EE.UU.
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